Mientras, en paralelo, creo que es importante que le demos seguimiento a la conformación de lo que será la nueva Suprema Corte de Justicia de México, donde me encuentro con buenas nuevas dentro de todo el humo en el que la sociedad, de pronto, se pierde.
Por ejemplo, y les paso el dato. ¿Ya revisaron el exitoso caso de Ana María Ibarra Olguín, quien busca, por la vía del voto de la sociedad nacional, ser, como ella dice, una “Ministra con Visión y Justicia”?
Especialmente porque, en tiempos donde la justicia enfrenta desafíos cruciales, el perfil de quienes integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es un tema menor. Se requiere conocimiento, experiencia y un compromiso firme con la defensa de los derechos fundamentales.
Justamente es el caso de Ana María Ibarra Olguín, quien encarna esa combinación de excelencia jurídica y visión progresista. Con más de una década en la Corte, trabajó de cerca con el ministro Arturo Zaldívar en la elaboración de sentencias históricas sobre derechos humanos, responsabilidad civil y libertades fundamentales, sentando precedentes que hoy impactan la vida de millones de personas.
Y no se confundan, un tema es lo anterior y otro que su formación sea impecable, porque es doctora en Derecho por la Universidad de Virginia, académica en el ITAM y el CIDE, y exdirectora del Centro de Estudios Constitucionales de la SCJN, donde impulsó más de 80 publicaciones de alto impacto. Pero, más allá de los títulos, su trabajo refleja un compromiso real con la evolución de la justicia en México. Su llegada a la Suprema Corte significaría fortalecer el equilibrio judicial con una voz experta, garante de los derechos y libertades en un país que sigue avanzando hacia un sistema más justo e igualitario.
No es solo su trayectoria, es lo que representa: una justicia moderna, imparcial y con visión de futuro. Ahí la dejamos de tarea, que ojalá todos tengan este nivel.
Fuente: La Capital